DESPACIO, LOS AMANTES


Despacio descendía su mano
por las frescas mejillas
de quien habitaba su cama.

Y le decía, a punta de roces
y apretones turgentes
de cuánto la amaba.

Despacio servía su mesa
acompañaba sus noches
le arreglaba el cabello.

Despacio, se hablaban de flores
del sueño de anoche
qué comprar ya mañana.

Despacio, los amantes
jugando a las cartas
veían caer la tarde.

Y despacio, con el rabillo del ojo
era yo quien envidiaba;
tanta ternura, tanta dulzura
era yo quien recordaba…

Despacio,
a los amantes.

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